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Dismorfia corporal postquirúrgica; que papel tiene la esteticista hoy.

La dismorfia corporal es un trastorno psicológico en el que la persona percibe defectos o imperfecciones en su cuerpo que en realidad son mínimos o incluso inexistentes.
En palabras simples: la persona se ve “mal” aunque su cuerpo esté bien.

Algunas señales típicas son:

  • Mirarse constantemente en el espejo buscando defectos.
  • Compararse con otras personas todo el tiempo.
  • Sentir que nunca se ve lo suficientemente bien.
  • Obsesionarse con un “defecto” físico pequeño, como la nariz, el abdomen, la piel o el peso.

Hoy la estética corporal tiene un papel protagónico en la vida de muchas mujeres. Masajes, aparatología, cirugías y rutinas de belleza están más accesibles que nunca. Pero aquí está el reto: cuando la dismorfia está presente, ninguna técnica o procedimiento será suficiente.

Una mujer con dismorfia puede:

  • Someterse a múltiples tratamientos sin quedar satisfecha.
  • Buscar cirugías innecesarias.
  • Exigir resultados irreales a los profesionales de estética.
  • Sentir frustración y ansiedad después de cada procedimiento.

Por eso, como esteticistas y profesionales de la belleza, es vital reconocer que nuestro trabajo no es solo mejorar el cuerpo, sino también acompañar con información realista y ética, ayudando a evitar expectativas imposibles.

La dismorfia corporal no es nueva, pero hoy se ha vuelto mucho más frecuente, sobre todo en mujeres, debido a:

  1. Redes sociales y filtros 📱
    Compararnos con cuerpos “perfectos” e irreales en Instagram o TikTok aumenta la insatisfacción.
  2. Presión social 👗
    Los estándares de belleza cambian rápido: cintura pequeña, glúteos grandes, piel impecable… y siempre hay algo nuevo que “corregir”.
  3. Industria estética en auge 💉
    Aunque ofrece grandes beneficios, también puede alimentar la idea de que siempre “falta algo” para estar bien.
  4. Baja autoestima y estrés emocional 💔
    Muchas veces, la dismorfia no nace en el cuerpo, sino en la mente y en la forma de valorarse.

La cirugía estética es un camino que muchas mujeres eligen para sentirse mejor con su cuerpo. Sin embargo, no siempre la experiencia es tan satisfactoria como esperan. En ocasiones, después de un procedimiento, la paciente puede desarrollar dismorfia corporal postquirúrgica, es decir, una percepción distorsionada de su imagen.

Como esteticistas, estamos en primera fila para notar estas señales y acompañar el proceso. Pero, ¿cuál es nuestro verdadero papel y hasta dónde debemos llegar?


En el contexto postquirúrgico ocurre cuando la paciente, en lugar de ver avances en su recuperación, solo se enfoca en lo negativo:

  • “Mi abdomen sigue enorme”
  • “Me veo peor que antes”
  • “Esta cicatriz arruinó todo”

Esto no significa que la cirugía haya fallado, sino que la percepción de la paciente está distorsionada por la ansiedad, la inflamación o incluso por expectativas irreales.

  1. Escuchar sin juzgar
    La paciente necesita desahogarse. Escuchar con empatía ya es un gran paso.
  2. Educar con información realista
    Explicar que la inflamación, fibrosis inicial o la retención de líquidos son parte normal del proceso.
  3. Enfocarse en lo positivo
    Resaltar avances como menor hinchazón, mejor movilidad o cambios en la textura de la piel.
  4. No reforzar la obsesión
    Evita frases que validen la percepción negativa (“sí, tienes razón, todavía estás gordita”). Mantén siempre un tono neutral y profesional.
  5. Detectar señales de alarma
    Si notas obsesión, tristeza profunda o angustia excesiva, puede tratarse de un caso de dismorfia.
  6. Derivar con ética a profesionales de salud mental
    No somos psicólogas, pero sí un puente importante. Sugerir con respeto que busque apoyo emocional es un acto de responsabilidad.
    👉 Ejemplo: “Lo que sientes es válido, pero a veces necesitamos un apoyo extra para sentirnos tranquilas en este proceso. Un especialista en salud mental puede ayudarte mucho mientras seguimos con tus masajes.”

La dismorfia corporal es un trastorno real que está impactando a miles de mujeres en el mundo. La estética corporal puede ser una herramienta poderosa para aumentar la confianza y cuidar el cuerpo, pero cuando hay dismorfia, el enfoque debe ser distinto: acompañar con ética, orientar con realismo y, cuando sea necesario, recomendar apoyo psicológico profesional.

El papel de la esteticista va mucho más allá de un masaje o una aparatología. También somos acompañantes emocionales en un proceso lleno de cambios físicos y psicológicos.
Acompañar, educar y derivar cuando sea necesario es la forma más ética y profesional de ayudar a nuestras pacientes a tener una recuperación saludable, tanto en cuerpo como en mente.

DISMORFIA CORPORAL

Porque la verdadera belleza empieza en cómo nos vemos y sentimos con nosotras mismas 💖.

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